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Bibliotecas digitales (parte 1)
A partir de la apertura masiva del Internet, en la segunda mitad de la década de los 90, las bibliotecas han experimentado una metamorfosis hacia una nueva manera de percibir el intercambio, conservación, consulta, recuperación y almacenamiento de la información y por consecuencia, del conocimiento.
Desde sus orígenes, la razón de ser de las bibliotecas había sido la custodia, conservación y preservación del conocimiento que el hombre iba acumulando con el paso del tiempo. Podría decirse que se resguardaba “la memoria de la humanidad”; la Biblioteca de Alejandría es un buen ejemplo de la concepción de esta idea. A principios del siglo XX, las bibliotecas se abrieron y difundieron el conocimiento a las masas procurando el acceso al público a los fondos bibliográficos (libros, folletos y publicaciones periódicas), y no bibliográficos (fotografías, carteles, mapas, grabaciones sonoras, material audiovisual) que poseían.
Más tarde, durante la década de los 60, las nuevas tecnologías de la información comenzaron a aplicarse en el ámbito de las bibliotecas, archivos, centros de documentación y museos, en principio para realizar con mayor eficiencia sus procesos y catálogos y, más tarde para revolucionar el panorama conocido hasta entonces con la distribución de información a texto completo a través de las redes de comunicación1.
Actualmente la información ya no sólo circula por medio de la imprenta; la incursión de las tecnologías de la información ha revolucionado los conceptos de difusión, recuperación y almacenamiento de la información. El hipertexto y el desarrollo de internet están aportando a las bibliotecas un cambio tan importante como el que provocara Gutemberg en el siglo XV con el invento de la imprenta, a la vez que están imponiendo nuevos retos para la representación de la información.2
Es así como en la actualidad nos enfrentamos a un nuevo modelo de biblioteca, paralela y complementaria a la biblioteca tradicional: la biblioteca digital. O debería llamarse ¿electrónica?, ¿virtual?, o ¿híbrida? ¿Qué nombre de entre éstas acepciones satisface nuestras necesidades para explicar un entorno en el que actualmente conviven catálogos y documentos electrónicos, páginas Web, vínculos hacia páginas o bases de datos, redes sociales, archivos de vídeo, audio, documentos digitalizados y almacenados ya sea en grandes servidores o en discos compactos, bases de datos con referencias o en texto completo, etc.? Es decir, ¿cómo definir un entorno en donde el formato de los textos que acumulan el conocimiento se ha disparado y con ello las necesidades de catalogarlo, clasificarlo, difundirlo, y procesarlo?
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1 Peset Mancebo, Mª Fernanda. Bibliotecas digitales en internet de libro raro, antiguo e incunables [en línea] En: Anales de Documentación : revista de biblioteconomía y documentación. No. 6 (2003). Murcia : Universidad de Murcia, 2003. pp. 241-260. Disponible en: http://revistas.um.es/analesdoc/article/viewFile/1931/1921 [consulta: 23/05/2013]
2 Méndez Rodríguez , Eva Mª. RDF: Un modelo de metadatos flexible para las bibliotecas digitales del próximo milenio [en línea] En:Jornades Catalanes de Documentació. No. 7 (1999). Barcelona :Col.legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya, 1999. pp. 487-498. Disponible en: http://www.bib.uc3m.es/~mendez/publicaciones/7jc99/rdf.htm [consulta: 23/05/2013]
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