Leer y recordar
Uno de los sectores que más han sentido el cambio de la lectura de papel a la lectura en la pantalla es el de la prensa escrita, especialmente los periódicos. Grandes diarios centenarios han tenido que enfrentar el cambio de las páginas al texto digital. Por ejemplo, Newsweek, un semanario de amplia circulación, dejó de salir impreso en 2012. The Guardian , el afamado diario británico, anunció en 2011 que la prioridad pasaba a ser la versión digital, porque la impresa resultaba cada vez menos rentable. Otro grande, como The Times , perdió un enorme número de lectores cuando empezó a cobrar por tener acceso a las noticias en línea. Hay más ejemplos del paso a la pantalla como modo de supervivencia. Es innegable que el mercado, los lectores y los contenidos están en los aparatos móviles, a veces ya ni siquiera en las computadoras en la forma en que las conocíamos apenas hace unas décadas.
Pese a este cambio que parece imparable, hay quienes están revalorando la lectura fuera de la pantalla. Algunos estudios, como los dados a conocer por Scientific American y diferentes universidades, entre ellas la UNAM, demuestran que la capacidad de recordar lo que se lee es menor cuando se lee en línea que en impreso. La dinámica de la lectura en la pantalla suele ir acompañada de distractores como mensajes emergentes, publicidad y la constante manía de revisar las redes sociales siempre que se está en línea frente a la pantalla. Otro estudio revela que los textos en línea son más simples, utilizan un lenguaje más básico que libros, periódicos y revistas impresas. Esto nos pone frente a muchas líneas de texto al día, pero textos más elementales, pensados para leerse sobre la marcha; esto, sugieren los resultados de los estudios, hace que estemos frente a una disyuntiva de calidad versus cantidad.
La lectura en línea parece que llegó para quedarse, pero se empiezan a plantear cómo equilibrar el dinamismo de los ambientes digitales con la mayor capacidad de retención que se puede tener leyendo sobre papel.
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