Transforman iglesias en librerías y bibliotecas
Holanda está a la vanguardia en desmantelar iglesias y convertirlas en librerías, bibliotecas, discotecas, centros de salud, hoteles, restaurantes o bares. En este país se calcula que más del cuarenta por ciento de la población es atea y otro tanto, aunque creyente, ha dejado de asistir a templos e iglesias, por lo cual éstas han visto muy reducidas sus entradas económicas. A esta reducción ha contribuido el estado al retirarles presupuesto. Entre los lugares de cultura y esparcimiento que han venido a sustituir los lugares de oración de los católicos están las librerías y bibliotecas. Un caso que ha destacado es el de la librería Selexys, abierta en la iglesia de Maastricht, que fue erigida por los dominicos en el siglo XIII. Como iglesia, el edificio raramente tenía algún visitante. Desde 2007, la librería recibe a más de 700 mil clientes al año y tiene un acervo de alrededor de 25 mil títulos. A la fecha, se calcula que casi 1000 iglesias han cerrado y la tendencia continúa en diferentes lugares de Europa, principalmente. En España, por ejemplo, han convertido la capilla del Palacio de Doñana, en la Biblioteca de la Estación Biológica de Doñana, especializada en biología de vertebrados, a la que acuden investigadores de diferentes partes del mundo. Como capilla, dice el entonces director de la estación, Fernando Hiraldo, hacía mucho que no se paraba por ahí un cura.
Un ejemplo más del re uso de espacios a los que a la gente ya no le interesa ir, es la biblioteca Monique-Corriveau, abierta en la ex iglesia Saint-Denys-du-Plateau, en Quebec, Canadá. Esta iglesia, aunque no es una antigüedad arquitectónica, como las de Europa, en los años sesenta se consideró como un espacio representativo de la cultura quebequense. Hoy día, gracias al arquitecto Dan Hanganu, este espacio, que como iglesia ya empezaba a entrar en estado de abandono, adquirió nueva vida como lugar de reunión con fines culturales y de esparcimiento.
La tendencia continúa en países en los que las iglesias son sostenidas por sus fieles y no a costa del erario, como en Latinoamérica o África, donde las instituciones religiosas siguen gozando de beneficios y grandes partidas presupuestales, aun cuando constitucionalmente muchos países se proclaman laicos. |