Boletín Servicios Bibliotecarios #31 -- 2/02/2015 -- Esfuerzos por acercar la lectura

 

 

Esfuerzos por acercar la lectura

En los años noventa el escritor Alejandro aura impulsó espacios de lectura en las colonias de la ciudad de México. Se llamaban Libro Club. Él era el responsable de cultura en el gobierno capitalino en esos años y el proyecto recibió un buen impulso inicial. En su mejor momento llegaron a ser mil doscientos establecimientos; eran patios de casas, de condominios, bodeguitas y espacios diversos sin mayor infraestructura que los ánimos de los socios y algunos estantes para las colecciones. Con el pasar de los años el interés disminuyó, así como el apoyo. Las colecciones empezaron a desaparecer, los libros muy maltratados ya no fueron reemplazados y por ahí permanecieron algunos clubes aislados e intermitentes, como ruinas de mejores tiempos idos. Hacia finales del año pasado hubo una reunión para reimpulsar este proyecto. Encontraron que, en las sombras, subsisten cerca de cuatrocientos de los más de mil iniciales. Se sostienen con los recursos de donadores privados. Las autoridades capitalinas reconocen el esfuerzo de quienes han mantenido estos espacios de lectura, pero no se comprometen a proporcionar apoyos materiales. Sí se comprometieron a capacitar con un diplomado en promoción de la lectura a algunos de los responsables de estos espacios. Pero de nuevas colecciones, ejemplares de respaldo, sillas, mesas o casas de cultura, no se dijo algo concreto.

Hacia la mitad de los dos miles, el Sistema de Transporte Colectivo Metro de la ciudad de México se sumó a las iniciativas de promoción de la lectura que dan el banderazo de salida con mucho entusiasmo, pero al poco tiempo caen en el olvido. Para leer de boleto en el metro era el nombre de la iniciativa. Ponían selecciones de lecturas de autores mexicanos, principalmente, en mamparas para que la gente tomara un ejemplar y luego lo devolviera. Parece que algunos lectores van muy despacio en su lectura, porque las mamparas que aún existen en algunas estaciones están vacías desde hace años. Recientemente, de la mano del auge de los celulares “inteligentes”, el metro lanzó la aplicación Lée-Me para descargar partes de libros en PDF de manera gratuita. Es parte de sus esfuerzos para volver el metro un espacio de lectura per se.

Hace un par de años empezaron a poner en puestos de revistas y mobiliario urbano diverso, anuncios de escritores, deportistas y otros personajes de la vida pública que promueven leer al menos veinte minutos al día y hacer ejercicio otro tanto.

Los esfuerzos no paran y se van reciclando, actualizando o innovando, pero sólo los esfuerzos, porque México sigue teniendo los niveles más bajos de lectura per cápita de la OCDE. El grueso de la población lee menos de un libro al año y muchos mexicanos ni uno solo en años. Son loables los esfuerzos que se emprenden, pero insuficientes ante el olvido, la coyuntura y el desinterés. O ante medidas más espectaculares y rimbombantes como regalar televisiones ante el “apagón analógico” que se viene.

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